El cuarto era pobre y vulgar,
oculto en los altos de una taberna equívoca.
Cuando os leí, Kavafis, Clara Janés y Gil de Biedma, me quedé atónita,
por la pasión, por la claridad, por la sensualidad,
por la ausencia de estridencia y la pureza de las líneas.
Perdurarán recuerdos borrosos en mi cabeza,
de pasiones pasadas y de anhelos no resueltos,
memorias agridulces y sueños imaginados,
evocación, romances, deseo...
Sí que llevé en mi corazón estos ahora desordenados ideales,
no fueron delirios sino sentimientos incorregibles de almas románticas,
de apasionados locos y de devotos del amor.
y llegaron los atardeceres y las mañanas y se fueron llevando, poco a poco,
las ilusiones y los ensueños,
y me acompañan y me acompañarán siempre,
mis sentimientos amorosos y poéticos,
mi desajustado deseo
y las conexiones invisibles que me unen a otras almas,
en la distancia.